domingo, 11 de septiembre de 2011

SEÑOR CONCÉDENOS LA PAZ

Nuestro mundo interno y externo está lleno de problemas, anhela tener paz. Los que viven en hogares  y países  donde hay guerra, miran la destrucción que les rodea y claman por la paz. Algunos viven en familias desgarrados por los conflictos, y desesperadamente anhelan la paz. Otros viven en ambientes pacíficos, pero sus corazones están llenos de discordia y desesperación; ansían tener paz mental.
El Señor desea que tengamos paz.  En las últimas horas que pasó Cristo con Sus discípulos antes de morir, les dijo: La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo (Juan 14.27).
Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo (Juan 16.33).
¿Por qué no tenemos paz? En primer lugar, muchos no entienden qué es la verdadera paz; su concepto de paz se reduce a una situación pacífica o a la ausencia de conflictos. En segundo lugar, la mayoría no entiende que la única paz verdadera, que satisface plenamente y que es duradera, es la paz que viene del Señor.

“La paz de Dios” es la paz que da Dios, la paz que solo Él puede dar porque Él es “el Dios de paz”
La paz de Dios es tan maravillosa, tan asombrosa, que no hay manera como pueda ser comprendida por mentes finitas.

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